En los foros de CentOS (una popular distribuci�n de Linux) me encuentro con una historia incre�ble (en ingl�s) contada por uno de los desarrolladores de este proyecto llamado Johnny Hughes. Resulta que una persona que se identific� como el «City Manager» de una peque�a ciudad de Oklahoma en EEUU le hizo llegar una queja a Jhonny a trav�s del formulario de contacto. Hasta aqu� �todo normal no?, pero resulta ser que se queja textualmente dec�a:
Who gave you permission to invade my website and block me and anyone else from accessing it???
Please remove your software immediately before I report it to government officials!!
I am the City Manager of Tuttle, Oklahoma.
En pocas palabras esta persona, Jerry A. Taylor el «City Manager», estaba reclamando que se hab�a invadido su servidor y se hab�a bloqueado su acceso desde el Web, exig�a que se removiera ese software maligno (ok lo de maligno es de mi cosecha) de su servidor o lo iba a reportar a los oficiales del gobierno cuando en realidad lo que el estaba viendo como la p�gina que hab�a bloqueado su servidor, era nada mas y nada menos que la p�gina de prueba de la instalaci�n por default del servidor http de Apache que viene con el CentOS, �vaya reclamo!.
Jhonny se port� muy amable con el (yo no hubi�se tenido ni el 10% de su paciencia), e incluso le trat� de explicar como estaban las cosas en repetidas ocasiones, sin embargo, esta persona era demasidoy terca y no hac�a caso de las peticiones de Jhonny de que lo redireccionara con su ISP o con el administrador de sus servidores ya que el quer�a hablar con gente que supiera del tema, pero entonces vaya sorpresa que se llev� cuando �sta persona en uno de los tantos emails le contest�:
I am computer literate! I have 22 years in computer systems engineering and operation.
WTF?!, es el colmo que adem�s fuera algui�n del medio con supuestamente 22 a�os de experiencia quien estuviera haciendo estas semejantes (por no decir tontas) acusaciones. Cuando por fin Jhonny tuvo �xito y pudo hacer que esta persona contactara con su ISP y estos le explicaron (si es que pudieron) la situaci�n, no obtuvo una respuesta como «disculpame soy un tonto», en lugar de eso le dijo que si le hubiera dicho con quien comunicarse desde el principio esto se hubiera arreglado m�s r�pido. No cabe duda, la ingorancia no solo afecta a las personas que la padecen, casi siempre afecta a terceros en formas que ni siquiera no podemos imaginar pero siendo positivos sirve que no re�mos un buen rato.